miércoles, 13 de octubre de 2010

Soul.

You don't have a soul. You are a soul. You have a body.
 Ella era feliz. Tenía su vida, sus amigos, su rutina. Tenía sus libros y su música. Sus momentos que nunca llegaban, pero que adoraba imaginar en los momentos antes de que el sueño a venciera, mientras intentaba de calentar esa cama vacía. Lo tenía todo, todo lo que era capaz de desear al alcance de su mano. Siempre satisfecha, con los demás y consigo misma. Todos sus logros eran de su propia cosecha, nadie le hacía falta para sentir su vida completa, pues ella, toda una mujer, podía valerselas por si misma. No pedía  nada a nadie, no esperaba compasión, ni lástima. No tenían por qué sentirla, o eso pensaba ella, porque su vida era perfecta. Perfectamente solitaria.

Entonces apareció él. Y su vida ya no fue perfecta, ahora siempre buscaba más, buscaba lo que no podía tener, el anhelo de sueños imposibles, necesitaba a los demás, necesitaba gritarle al mundo que, por primera vez en toda su existencia, Miss Independiente se había convertido en una persona más, que el hielo se había roto.

Que el caos y la imperfección eran los sentimiento más felices que podía concebir




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